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Revista Chiss


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@jhidalgo
(c) Jorge Hidalgo
La comunicación digital ha evidenciado, en las últimas décadas, transformaciones significativas en las mediaciones de la vida cotidiana y los hábitos de acceso, recepción, consumo, y apropiación de las audiencias. Cualquiera sea el proceso, se observa la construcción de un nuevo ecosistema mediático, en el que la tecnología se vuelve invisible, incluso con una relevancia significativa. Sin embargo, no podemos decir que los dispositivos están en el centro del proceso. De hecho, gran parte de las promesas de la sociedad de la información: tecnologías democratizadoras, accesibles, horizontalizadoras para lograr una sociedad más inclusiva, equitativa, justa y de bienestar se están cuestionando ante las nuevas brechas que la cultura digital ha evidenciado (Rivoir & Morales, 2019).
Las adaptaciones y reinterpretaciones del usuario tienen lugar en un diálogo permanente con las estrategias propuestas por la industria dentro de la amplia interfaz. Lo que deja ver la presencia de nuevas hegemonías que se tienen desde la mirada de los nuevos barones de la infraestructura tecnológica y de telecomunicaciones, la industria del software y los generadores de contenido (Hidalgo Toledo, 2018).
 Tomados en conjunto, estos cambios influyen en la percepción del tiempo, el espacio, la memoria, las nociones de verdad y muchos otros aspectos que inciden en la construcción de la realidad. En la suma del tiempo histórico, también influyen en la configuración de la cultura y los procesos civilizatorios.
Las evidencias en la vida diaria, entre otras, son las redes sociales e Internet, las aplicaciones disponibles en la comunicación móvil, la narración constante sobre la vida en cualquier momento, la posibilidad del consumo bajo demanda, todo mezclado con los servicios presentes en la pantalla teléfono inteligente.
La Cuarta Revolución Industrial ya anunciaba la consolidación del Internet de las cosas, la robotización y automatización de todos los sectores productivos, la explosión de la minería de información y el Big Data, los servicios centrados en block chain y el pago a través de criptomonedas. Es decir, la hipermediatización total de la vida y la cultura (Schawab, 2016).
Vivimos en la cultura del software que, en su desarrollo, hizo que esas actividades fueran más amigables. Muchos producen y consumen en esta gran red y tales acciones también están mediadas por el sentido del lugar y las historias vividas.
Hoy existe una tendencia obsesiva por transmitir la vida indicado actividades, lugares, gustos y preferencias, no sólo entendida como una posibilidad de expresar quiénes son, sino también como la posibilidad de crear en la red un ambiente confortable en el que se guarden recuerdos, palabras, mensajes y actividades significativas, para que cuando no se tenga la posibilidad de vivir un momento similar, el sujeto tenga siempre la posibilidad de regresar a él para volver a evocarlo. Asimismo, es la posibilidad de que los demás den cuenta que la vida de uno no es tan aburrida o insignificante como parece.
Las redes socio digitales volvieron al sujeto en medio, mensaje y mediación; en una palabra, en interfaz. Y como tal amplificó la realidad, incrementó la velocidad e intensidad de contacto, facilitó la inmersión existencial y la creación de ambientes multisensoriales para acceder a la vida de otros
La investigación y el monitoreo de estos cambios en el ecosistema de los medios son el foco de esta publicación, en una perspectiva comparativa entre América Latina y la Península Ibérica.
Muchos fenómenos en el ecosistema de los medios pueden ser aproximados, incluso si ocurren a escala global. Sin embargo, es esencial observar las especificidades culturales. Por lo tanto, es relevante, como se construyó en este número de la revista, describir diferentes escenarios, pero tratar de reunirlos. Esta propuesta pretende revelar la creciente complejidad del consumo de medios, la construcción de hábitos y el desarrollo tecnológico. Scolari (2018), en su libro Las leyes de la interfaz, considera que las investigaciones deben considerar un ecosistema, insertando artefactos, inventores y fuerzas sociales en una red sociotécnica de relaciones, intercambios y transformaciones, para analizarlos desde una perspectiva ecoevolucionaria. Incluso reconociendo los riesgos de cruzar las esferas biológicas y tecnológicas o aunque pueda ser problemático trabajar con analogías, el autor sugiere precaución debido a las grandes diferencias entre los dominios biológicos y tecnológicos. Scolari (2018) propone el concepto de ecoevolución, en un proceso dinámico de desarrollo en el que todos hablan y desarrollan las interfaces.
En el ámbito tecnológico, los humanistas, los científicos sociales, los profesores de comunicación y los críticos culturales se preocupan por el software porque reemplaza una serie de tecnologías físicas, mecánicas y electrónicas utilizadas antes del siglo XXI para crear, almacenar, distribuir y acceder a productos culturales (MANOVICH , 2013).
La interfaz evidencia que el sentido de los cibernautas no es la representación per se, sino la hiperconexión lo que hacen a través de las redes es vivir el “presente permanente” (Manovich, 2005, pág. 111). Su meta-objetivo es la interacción. El saberse nodos para la comprensión de la realidad.
Hoy los usuarios de la comunicación perciben, actúan, responden, crean nuevas experiencias, cohabitan. Las interfaces tecnológicas les permiten, como el lenguaje, habitar esos espacios. La red se ha convertido por ende en el espacio simbólico en el que se realizan las interacciones del hombre con el hombre y no con la máquina como se creía, son por tanto interfaces culturales. “Las interfaces son formas diferenciadas de registrar la memoria y la experiencia humana, mecanismos para el intercambio cultural y social de información” (Manovich, 2005, pág. 123).
El contenido, la interfaz y el individuo se funden en una sola entidad (Manovich, 2005, p. 116). La interfaz permite vivir las experiencias como si se estuviera en el mundo real; expande la experiencia de realidad y multiplica la acción comunicativa. Dijera Carlos Scolari, “La interfaz es simultáneamente lugar, prótesis y comunicación” (2004, p. 81).
Manovich señala que el software se convierte en nuestra interfaz con el mundo, con otros, con nuestra memoria o nuestra imaginación y se convierte en un lenguaje universal del que habla el mundo. Manovich (2013) compara el software a principios del siglo XXI con la electricidad y la combustión a principios del siglo XX. El entendimiento es que hubo un reemplazo para otras tecnologías de medios que surgieron en los siglos XIX y XX. De esta manera, cuestiona si los medios aún existen, destacando la ubicuidad como una de las características principales y amplía el pensamiento al definir que no se trata solo de sistemas o programación de computadoras, sino también de servicios en redes sociales y tecnologías en redes sociales. Se habla de una sociedad de software o incluso de una cultura de software. El software debe investigarse, piensa, como un todo en la cultura contemporánea y, al mismo tiempo, deben observarse las fuerzas culturales y sociales que definen el desarrollo del software en sí.
La cultura digital que se construye, según Manovich (2013), tiende a modularizar el contenido, lo que permite a los usuarios crear, distribuir y reutilizar elementos del contenido.
Las audiencias pasivas pasaron a ser usuarias y consumidoras de medios. La posición activa de estos prosumidores y el poder de visibilidad y expresión que permiten los nuevos medios, coloca ciertos actores –en su mayoría de las más recientes generaciones- en el corazón de la cultura digital, pasando, con ello, a convertirse en legítimos actores sociales y políticos cuyo potencial puede ser amplificado por este cambio mediático.
La figura del prosumidor compite con los grandes hiperconglomerados mediáticos  públicos y privados. Paradógicamente, es la iniciativa privada el gran motor de la Sociedad de la Información. El ciudadano como soberano consumidor es el resultado de la inclusión de la libertad de expresión comercial como derecho humano fundamental para garantizar la democracia universal. Las esferas pública, privada y comercial convergen con la esfera cívica y axiológica. La comunicación quiere asegurar un servicio universal.
Estos son procesos que hoy deben estudiarse juntos y no por separado, como ocurrió antes del desarrollo de las redes sociales y la proliferación de plataformas móviles. Las redes sociales y la computación en la nube borran, en algunos casos, las fronteras previamente conocidas e introducen otras nuevas. El desafío de los estudios de software es trabajar con términos como contenido y aplicación de software, teniendo en cuenta que las redes sociales y los paradigmas de computación en la nube están reconfigurando sistemáticamente el significado de estos términos.
En este número de la revista, encontramos textos que consideran las muchas variables que implican transformaciones culturales en el consumo de tecnología. Las reflexiones propuestas observan artefactos y fuerzas sociales de esta amplia red socio-técnica de relaciones, que, en su base, viven una cultura de software. Simultáneamente, los autores reunidos aquí, buscan describir y analizar cambios sociales concretos y cómo los sujetos toman decisiones en un escenario complejo, en el que los medios son ubicuos.
Las acciones en la vida cotidiana, un espacio en el que los medios se multiplican, se encuentran entre los focos de investigación. Tales medios están en todas partes y son penetrantes y no se pueden apagar (Deuze, 2012). Las relaciones existentes son claramente estructurales, considerando máquinas siempre sociales, en la misma medida que son técnicas y altamente dinámicas. Vivir en los medios, para Deuze (2012), no es lo mismo para todos. Describir la vida en los medios, en función de los tipos utilizados por las personas y de cómo desarrollan actividades a través de los medios, es totalmente diferente de definir cómo se producen todas estas prácticas en los medios. Una vida en los medios es mucho más que tener una multitud de dispositivos electrónicos a su disposición, pasar mucho tiempo mirando televisión o navegando por la web. Significa realizar actividades a través de los medios, involucrarse en él como un entorno.
Y, precisamente porque vivir o relacionarse con los medios no es lo mismo para todos, es relevante reunir estudios comparativos, específicamente aquí América Latina y la Península Ibérica. Estos son dos escenarios en los que observamos influencias e intercambios, pero detectamos diferencias importantes.
Se debe prestar especial atención a los aspectos que involucran transformaciones en tecnología, consumo, investigación aplicada y teórica sobre el tema. Esta edición, alineada con el Grupo Temático 19, Comunicación digital, redes y procesos, de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Comunicación - ALAIC-, propone reconstruir una visión general del estado de la investigación en los nuevos medios y procesos en línea, particularmente con una perspectiva comparativa en el contexto iberoamericano, basada en los siguientes ejes temáticos: * Ciberperiodismo y cibercultura. Usabilidad / accesibilidad * Arquitectura de la información.




* Transformación digital de organizaciones. * Cibercultura y culturas juveniles. * Redes y algoritmos. * Periodismo de datos. * Nuevos hábitos de información pública. * Software y cultura de aplicación. * Medios experimentales. Interactividad y convergencia de medios. * Radio y TV digital. * *



Referencias


Deuze, Marc. Media Life. Cambridge: Polity Press, 2012.
Hidalgo Toledo, J. A. (2018). Medios y Mediación en la cultura digital. Cambios estructurales y construcciones teóricas para la comprensión de la cultura digital. México: Tirant lo Blanch.
Manovich, L. (2005). El lenguaje de nos nuevos medios de comunicación: La imagen en la era digital. Paidós Comunicación 163. Barcelona, España: Ediciones Paidós.
Manovich, Lev. Software takes command: extending the language of new media. New York: Bloomsburry Publishing Plc., 2013. 
Rivoir, A., & Morales, M. (2019). Tecnologías digitales. Miradas críticas de la apropiación en América Latina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, Montevideo: RIAT.
Schawab, K. (2016). La Cuarta Revolución Industrial. Madrid: Penguin, Random House .
Scolari, C. (2004). Hacer Clic: Hacia una sociosemiótica de las interacciones digitales. Barcelona, España: Editorial Gedisa.
Scolari, C. (2018). Las leyes de la interfaz: Diseño, ecología, evolución, tecnología. Barcelona, España: Editorial Gedisa.



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